¿Por qué cuando intentas documentarte sobre liendo a las industrias armamentísticas en España es difícil que aparezca la situada en el Gordo FAEX? según un informe de Greenpeace, en España había varias empresas que las creaban; en concreto, Explosivos Alaveses, Instalaza SA, Santa Bárbara e Internacional Tecnology SA.
Las noticias en Público, El país, etc, despistan hasta que descubres que Faex es una filial de Explosivos Alaveses que se publicita en internet con páginas (en inglés, por supuesto) como de las que os mando el enlace por si os interesara comprobar. "Puede" que ya no estén fabricando, pero que lo que se traen entre manos no es sólo pirotecnia recreativa, también parece evidente. Os mando el artículo más esclarecedor, concreto y espeluznante que te abre los ojos sobre el tema.
El «viva la muerte» de Explosivos Alaveses (Expal)
Expal reapareció en 2006 iniciando una nueva etapa: tras el fichaje de Francisco Torrente, ex secretario general de Política de Defensa, sus contratos con el Ministerio mejoraron notablemente.
Explosivos Alaveses, S.A. (Expal) cerró hace ya cinco años su factoría en Gasteiz, pero sigue siendo una de las industrias más señaladas por el movimiento antiarmamentístico. El autor destaca las conexiones con el Ministerio de Defensa español y sus actuales convenios con empresas de países que no han firmado el Tratado de Oslo.
Es fabricante de todo tipo de proyectiles, espoletas, carcasas y bombas. En el pasado, hasta su pro- hibición en España, fabricó las peligrosas minas antipersona y bombas de racimo o clusters, de similar efecto que las minas y consideradas como armas de destrucción masiva por sus efectos indiscriminados sobre la población civil. Expal es un exportador de armas y suministra habitualmente a los ejércitos de Turquía e Israel, países que mantienen una fuerte represión de los derechos humanos de la población en los territorios de Kurdistán y Palestina; las minas de Expal infectan las tierras de Colombia y Sahara Occidental; en la guerra Iraq-Irán, en 1984 se le abrió una investigación por parte de Naciones Unidas, tras descubrir que Iraq utilizó armas químicas (gas mostaza) en carcasas fabricadas por Expal. Por la dirección del grupo empresarial han pasado, entre otros, políticos como Josep Piqué o estafadores como Javier de la Rosa.
Esta industria, debido a su controvertida trayectoria y producción, ha sido, tanto en el pasado como hoy, objeto de campañas, denuncias y protestas del movimiento pacifista, y de igual forma ha merecido especial atención de la investigación por la paz.
Expal tuvo su sede en Vitoria-Gasteiz, y de ahí el nombre de Explosivos Alaveses. Cerró su factoría en abril de 2004. En junio de 2006 reaparece iniciando una nueva etapa; primero nombró como presidente a Francisco Torrente, ex almirante de la Armada española, que tan sólo unos meses antes ostentaba el cargo de secretario general de Política de Defensa (Segenpol). Ahí tenemos un ejemplo de representante del complejo militar industrial donde se entremezclan tanto los intereses in- dustriales como militares.
Tras este fichaje, los contratos de Expal con el Ministerio de Defensa mejoraron notablemente. Se adjudicó diversos contratos. Los últimos: uno de 2,1 millones de euros (enero 2009) por la venta de granadas de mortero de 60 mm. y 80 mm; recibió otro contrato de nueve millones para suministrar cargas de proyección y espoletas de 105 mm y 155 mm (julio 2008); además, participa en la fabricación del misil Iris-T para el avión EF-2000, y fue la adjudicataria de un contrato de 4 millones de euros (julio 2008) para la destrucción de las 5.600 bombas de racimo en posesión de las fuerzas armadas españolas, de las que a su vez había sido fabricante. Y ahora (abril 2009) la influencia de Francisco Torrente se vuelve a notar en el anuncio de un acuerdo de compra por parte de Expal de la factoría de Santa Bárbara en la localidad de Murcia, cuyos terre- nos son propiedad del Ministerio de Defensa.
Expal pertenece al holding MaxamCorp, antes denominado Unión Española de Explosivos (UEE). Maxam agrupa seis empresas en España dedicadas a la fabricación de toda clase de explosivos, tanto en el terreno civil como en el militar (Ver historial), tres de las cuales son: Explosivos de Burgos, Fabricaciones Extremeñas (FAEX el Gordo) y Fabricaciones Metalúrgicas de Albacete, también de carácter militar.
Maxam es una transnacional con presencia en numerosos países a través de convenios y tres industrias propias. Sus actuales propietarios son José Federico Sánchez Junco, con un 50%; Banco Santander, con un 23% a través de Vista Capital controlada por el BSCH al 100%; y Ibersuizas del Banco Pastor, con un 17%.
La reciente firma por parte del Estado español del Tratado de Oslo que prohíbe las municiones de racimo o clusters ha afectado a Expal, que se ha visto privada de uno de sus productos estrella, la bomba de dispersión BME 330, que contiene entre 180 y 512 submuniciones y que fabricaba en diversas versiones. Ahora nos llega la noticia de que Expal ha firmado un contrato de colaboración con dos empresas brasileñas Imbel y Engepron. De ambas, Imbel se dedica a la fabricación de explosivos y municiones. La firma del convenio con Imbel es doblemente preocupante, pues Brasil no sólo no ha firmado el Tratado de Oslo sobre armas clusters, sino que a su vez es uno de los principales productores y exportadores de armamentos de escasa tecnología, como es el caso de las bombas de racimo, y cabe la posibilidad de que el convenio contemple el traspaso de tecnología para la fabricación de este tipo de municiones.
De este modo, las transnacionales de armamento españolas tienen una fórmula para burlar los avances que la sociedad civil va logrando sobre desarme, trasladando su producción a países no firmantes donde tienen asentadas factorías o firmando convenios con industrias de estados menos escru- pulosos con la paz y el respeto a los derechos humanos.
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