28 de marzo de 2013

¿Es el escrache democráticamente intolerable? (Salvador López Arnal)

Un presidente de gobierno, que apenas habla y cuando lo hace supera con frecuencia las mayores cotas concebibles de insustantividad, disertando sobre las acciones “profundamente antidemocráticas” de los activistas de las PAH. Una delegada gubernamental, Cifuentes es su apellido, clon impecable e incluso superador de doña Esperanza Aguirre, intentando desprestigiar al movimiento relacionándolo –con rectificación posterior formulada en susurros- con ETA, HB y la lucha callejera. Dirigentes “populares” tildando de nazis a los miembros de uno de los movimientos sociales populares más importantes de los últimos años. Una secretaria general-popular, Cospedal Thatcher, esgrimiendo su muy conocida batería de insultos rancio-conservadores, peineta incluida, intentando desprestigiar ante la opinión pública las Plataformas de Afectados siguiendo consejos de algún docto cortesano servil. Un portavoz del grupo mayoritario en el Congreso, Alfonso Alonso, escribiendo una carta a sus correligionarios en la que comenta que “algunos compañeros y sus familias han sufrido situaciones de acoso que no debemos pasar por alto”, al tiempo que se muestra totalmente incapaz de entender el “acoso y derribo” de familias trabajadoras que han sido expulsadas de sus viviendas, arrojadas a la calle y al sálvense quien pueda, por no poder hacer frente –por despidos laborales y/o estafas con cláusulas abusivas, nunca por desidia- sus pagos hipotecarios. Don Pons, por supuesto, poniéndose las botas castrenses y ordenando, con mando en plaza., posición de firmes a la ciudadanía crítica. Doña Rosa Díez haciendo una defensa cerrada, y muy pro domo sua, de la clase política a la que pertenece con tanta entrega y dedicación y desde tiempos casi inmemoriales. Una conocida política institucional, supuestamente de izquierdas, número dos de su partido, doña Elena Valenciano, que después de recordar apenada que ella sabe bien, muy bien, que “la gente” lo está pasando muy mal, gira rápidamente hacia su brazo conservador, siempre tan a mano, y afirma –vale la pena no olvidar sus palabras- que “no se puede promover la violencia y el acoso” a gente a la que se ha votado (es decir, sus amigos del PPSOE), y sí, en cambio, por lo que parece, ejercer violencia y acoso (aunque sea un “poco doloroso”) a familias trabajadoras desesperadas a las que ella misma poco ayudó cuando su partido dirigía -o jugaba a dirigir o decía que dirigía- nada menos que el timón de la nave del Estado borbónico, sabiamente orientado en la cúspide por el suegrísimo del yernísimo y su entrañable amiga Frau Wittgenstein (¡Ay di el autor del Tractatus levantara la cabeza!). 


Y así siguiendo. ¿Conclusión? Es fácil, muy fácil. Que lo estamos haciendo muy bien, pero que muy bien. Que la PAH -¡una vez más!- ha tocado, está tocando puntos esenciales de este sistema político-económico en descomposición. Que los movimientos sociales críticos nos están dando a todos una auténtica lección que no debemos olvidar, mostrándonos y recorriendo caminos que vale la pena transitar junto a ellos.

El gran maestro e historiador Josep Fontana señaló recientemente que estamos viviendo una época en la que los miembros de las clases dominantes están más sosegados, tranquilos y seguros de su fuerza y poder que nunca. Jamás soñaron una situación así, tan a su gusto y medida, en estos dos últimos siglos. Se trata de corregir la situación; lo estamos intentando. La PAH está enseñando que es posible derribar estos muros.

Veamos algunos vértices político-culturales de la situación a propósito de los escraches:
Llamamos coacción a ejercer fuerza o violencia contra alguien para obligarle a que diga o ejecute algo contra su voluntad. También al poder legítimo del Derecho para imponer su cumplimiento o prevalecer sobre su infracción. En Biología, coacción es la interacción ecológica de dos o más especies que conviven en un biotipo.

Dejemos al lado la segunda y tercera acepción. No vienen al caso. ¿El escrache es una coacción antidemocrática? ¿Equivale a ejercer fuerza o violencia contra alguien para obligarle a que diga o haga algo en contra su voluntad?



No, no lo parece. El escrache, ha señalado Escudier [1], es una forma de protesta que consiste en acudir a un lugar público o no tan público (no es fácil presionar en ciertos ámbitos protegidos, en su propio terreno, en territorio comanche para la ciudadanía) donde trabaje o se mueva un responsable político servil, un empresario desalmado, un ex torturador o incluso algún asesino político que ande suelto y escondido, y llamar públicamente la atención con la percusión de algunos instrumentos, con algún que otro testimonio oral airado, con pancartas de denuncia o, puestos en materia, cantándole las cuarenta a capela cuando sea imprescindible (y lo es en numerosas ocasiones). No parece muy exagerado, no parece que sea ningún atentado y menos, desde luego, un atentado violento y antidemocrático. ¿Alguien ha salido lesionado? ¿Algún familiar de los interesados ha sido ingresado por traumatismo físico o psíquico? ¿Alguien ha sido arrojado fuera de su vivienda, a la p. calle como dirían algunos? ¿Alguien les ha machado, tomando pie en doña Fabra, con un “que se jodan”? ¿No es razonable denunciar lo que debe ser denunciado usando los resquicios posibles, incrementando dos décimas y media el desasosiego de gentes acomodadas que ven las corridas sociales sangrientas desde la barrera, con sombrero y con cuentas abultadas para protegerse del sol, los desahucios, el desempleo, las desigualdades y del mal tiempo? ¿Van a seguir viviendo en el mejor de los mundos posibles mientras gran parte de la ciudadanía vive en la peor de las pesadillas sociales?

Teniendo en cuenta sus antecedentes más próximos, su excelente balance democrático y popular en América Latina en la denuncia de criminales y cómplices [2], no parece que el escrache sea un procedimiento que merezca ser desdeñado ni permita una crítica por principio. Ni de entrada ni de salida. ¿No sería razonable, justo, prudente, democrático e incluso urgente ir a los alrededores del señor Boi Ruiz, el Atila neoliberal de la conselleria de Salud de la Generalitat de Catalunya, estén donde estén, y contarle e incluso gritarle, a él y a los suyos, que también parecen estar sordos, ciegos y muy felices de conocerse a sí mismo y sus privilegios, el enorme sufrimiento que está ocasionando entre sectores muy vulnerables de la ciudadanía, los que no son de lo suyos, ni de sus amigos confortablemente situados, ni tienen acciones en sus corporaciones amigas con moqueta y aire acondicionado mientras decrementan sustantivamente la atención y los recursos destinados a los usuarios de la sanidad pública?

Un lector de Público se expresaba sobre la experiencia argentina de los escraches en términos que vale la pena recordar. Los escraches comenzaron en su país, señalaba, “cuando ni el Poder Ejecutivo, ni el legislativo ni el judicial dieron respuesta al reclamo de la ciudadanía para sancionar a tantos y tantos responsables de la dictadura cívico militar. Esos tres poderes se mostraron cómplices de lo ocurrido al negarse a investigar y sancionar”. En el derecho romano, recuerda, “existía una figura denominada "muerte civil". En ella el sujeto carecía de los derechos del resto de los ciudadanos”. Los escarches, prosigue, buscaron y buscan “visibilizar ante los vecinos a los responsables de tanto dolor e imposibilitar su disfrute en los espacios en que se mezclaba con el resto de la ciudadanía”. Aún hoy es posible ver que “si un genocida aún en libertad asiste a un restaurante/tienda/espectáculo, y es detectado por otro asistente, éste anuncie a viva voz la presencia del primero y gran parte de los asistentes amenazan retirarse si el genocida no lo hace”. Para la sociedad argentina, concluye el lector de Público, “los escraches han ayudado a impedir el manto de silencio que se pretendía implantar” (¿Y en España?… ¡Ay, España! Pongamos que hablamos de la transición-transacción y de la memoria y el olvido históricos).

Por lo demás, y el punto no es marginal, ha habido entre nosotros alguna reacción, no las ya esperadas, que ha podido sorprender por su singular “razonamiento” y por la atalaya “crítica” desde la que estaba formulada.

Fernando Savater escribía sobre el tema el pasado lunes en ese diario del que es tan amigo [3]. Lo hacía en estos términos. “Que el ejercicio de la política necesita una revisión a fondo en muchos países europeos —entre ellos, desde luego España— es una evidencia que apenas cabe discutir”. Bien por ahora. “Los representantes electos dan a menudo la impresión de formar una casta cerrada sobre sí misma, impermeable a todas las demandas populares difíciles de encauzar según las rutinas burocráticas, expertos en disculpar los errores propios agigantando los ajenos y para quienes siempre lo que se hace es lo único que puede hacerse, por mucho sudor y lágrimas que cueste… a la sufrida ciudadanía”. Mejor si cabe. “Pero la docilidad resignada (o desesperada) de esta parece a punto de acabarse. Hay grupos muy dinámicos que quieren hacerse oír saltándose a los habituales intermediarios y que están dispuestos a llevar a las calles los debates que se echan en falta en el Parlamento”. No está mal, nada mal.

Va a ser cada vez más corriente, vaticina don Fernando, “que los ciudadanos reclamen directamente a sus representantes y les expongan sus quejas, con maneras mejor argumentadas o más tumultuosas”. Eso sí, señala el amigo de Cioran sin venir mucho a cuento, que “una cosa es ser escuchados y otra ser obedecidos” (como resulta evidente para todos sin necesidad de señalarlo). Los representantes electos, prosigue, no escribe “los políticos” porque “políticos son también, para lo bueno y lo malo, quienes les interpelan” obviando don Fernando diferencias de calado, de mucho calado, incluso distancias años-luz entre unos y otros, “deben tomar en consideración las voces ciudadanas apremiantes que les llegan, aunque no sea por el conducto reglamentario”. Aunque no sea, repito, por conducto reglamentario deben tomar en consideración esas vindicaciones. Parece justo.

Bien, bien en general hasta aquí. Pero llega Mr Hyde y entonces, el estudioso de Schopenhauer, señala que “tienen que decidir de acuerdo con su leal saber y entender pues para eso fueron votados por mucha más gente de la que suele manifestarse”, olvidándose, como resulta evidente para él mismo y para todos, que muchos votantes de esos representantes electos desconocen sus oscuras intenciones en numerosos casos y, sobre todo, los intereses corporativos y finalidades afines que esos mismos representantes suelen defender con ahínco y compensaciones, arrojando programas y palabras de campaña al archivo de los gestos inútiles y teatrales. La política, dicen, es realismo sucio.

Añade don Fernando por su parte: “Que se vean escarnecidos en sus vecindarios, coaccionados con simulacros de linchamiento y se intimide a sus familias no solo es democráticamente intolerable sino que arroja sombras de sospecha sobre la “espontaneidad” de los que protestan”. Las comillas de espontaneidad, nada inocentes, son suyas, de don Fernando, y la exageración y falsedad de la descripción lleva su firma, sin que el catedrático de Ética argumente por qué resulta democráticamente intolerable presionar (es decir, gritar y denunciar) a gentes con poder que actúan antidemocráticamente y agreden, ellos sí, sin miramientos y sin simulacros (aunque, eso sí, a distancia y apretando botones de votaciones) a gentes muy desprotegidas que viven situaciones que están a siglos-luz de su privilegiada situación. ¿Qué deberían hacer estos ciudadanos? ¿Enviarles una carta cortés y muy, pero que muy filosófica? ¿Intentar dictar una conferencia en el rellano de sus domicilios sobre las razones profundas del mal y la injusticia? ¿Promover un curso de argumentación sobre el héroe y su tarea mientras no tienen lo mínimo para ir tirando y buscan refugio en casas de amigos o en viviendas sociales?

No acaba aquí la cosa, no acaba aquí la carga muy-culta de la cultivada caballería savateriana. Quienes se desgañitan, prosigue, “diciendo que si no se les hace caso no hay democracia son poco de fiar”.¡Poco de fiar! ¿Por qué? Pues “porque la democracia consiste también en procedimientos, garantías y respeto institucional: lo demás es demagogia y populismo, o sea democracia basura”. ¿Lo demás, lo que no sea procedimientos, garantías y respeto institucional, es democracia basura? ¿Pero no había señalado lo contrario don Fernando quince líneas arriba? ¿Debemos y podemos respetar, como soldados de un Ejército imperial, unas instituciones ciegas, y sus procedimientos anexos, ante el sufrimiento de sectores sociales muy pero que muy vulnerables? ¿Lo demás es basura? ¿Incluso las sentencias del Tribunal europeo de Justicia? ¿Quiénes han acordado, quienes respetan de hecho, esos procedimientos, esas garantías e intervienen en la arena política siguiendo ese supuesto “respeto institucional”? ¡Qué bien vive don Fernando! ¡Qué alejado está de todas estas situaciones desesperadas!

La guinda final está a la altura de los pasos citados del artículo. El que crea, señala el autor de la Ética para Amador, “que una buena causa justifica malos modos [¡malos modos!] debe recordar que abre la puerta a que sean empleados para otras menos de su gusto”. Por ejemplo -son de don Fernando las ilustraciones- para abolir la despenalización del aborto (¿por qué no dirá nada de las enormes presiones del Opus y de grupos próximos en Nafarroa a los médicos para que se declaren objetores?) o “la doctrina Parot, quizá para reivindicar la pena de muerte”. ¿Es una cuestión de malos modos, de descortesía, de falta de educación? ¿De verdad de la buena don Fernando?

La sentencia final de la nota está a la altura del profundo conservadurismo político-cultural de alguien que de joven coqueteó con el anarquismo y escribió en contra de las patrias y a favor de Spinoza: “Bienvenida la participación más amplia y enérgica de los ciudadanos, no de los borrokas”. ¡El paso, sin duda, es un ejemplo de procedimiento político-lingüístico impecable, cortés, afable y respetuoso! ¡Mejor imposible! ¡Qué buenos modos, qué procedimientos tan exquisitos los usados por don Fernando!

Pero no todo, afortunadamente, lo están llenado este tipo de declaraciones y “reflexiones”. 

Jordi Mir, el gran discípulo de Francisco Fernández Buey, excelente conocedor de los movimientos sociales alternativos, ha recordado cosas tan básicas como la siguiente: “Nuestra sociedad es más sensible a la alteración del orden que a la violencia estructural, como la pobreza, cuando el verdadero sufrimiento lo padecen los afectados por la crisis, el desempleo y los desahucios”. Ada Colau ha rematado el argumento: “Nos estamos volviendo locos y hemos dejado de ver el conjunto. El límite no lo han traspasado los ciudadanos sino la praxis bancaria y los gobiernos que les inyectan dinero público mientras la gente se tira por la ventana”. Jaume Funes, por su parte, ha recordado oportunamente al mejor Hegel, el que gustaba a Heine: “La legalidad es un concepto construido. Lo legal debe ser legítimo y lo legítimo debería hallar un cauce de legalidad”. Y no siempre es así; también éste es un ámbito en construcción.

Sugerencia final: si los políticos institucionales, conservadores y no tan conservadores, suelen estar y actuar al servicio de poderosos centros corporativos y grandes grupos financieros dispuestos a casi todo menos a modificar sus prácticas de extorsión, ¿no deberíamos extender las “molestias”, estos “malos modos” al decir de don Fernando estas quejas democráticas críticas, intolerables para los que suelen defender leyes y órdenes injustos e intolerables, a los representantes más conocidos de esos centros sin alma y sentimientos y deseos irrefrenables e insaciables de rapiña, explotación y expropiación popular? Parece razonable. Nos va la justicia, la dignidad y nuestra misma protección en ello. 

PS: Un ejemplo sobre desahucios y solidaridad a tener muy en cuenta [4]. Verónica Del Río Ferreira tendría que haber abandonado hace pocos días el piso en el que vivía desde que en 2008 fue desahuciada de su vivienda por no poder hacer frente a la hipoteca. Su suegro, que la había acogido junto con su hija de nueve años, también tuvo que dejar la casa. La Xunta de Galicia le retiró la ayuda para el alquiler que tenía desde hacía cinco años.

Llegada la fecha del desalojo, “a esta joven madre solo se le presentaba la posibilidad de instalarse en el hostal América, con cargo al Ayuntamiento”. Las trabas eran muchas. A pesar de que le habían ofrecido ayuda para el traslado de sus enseres, esa semana -con muchos festivos- no iba a ser posible. Estaba también el almacenaje de sus cosas mientras se hospedaba en el hostal. La alternativa era el local de la Asociación Veciñal de Esteiro. A Verónica no le parecía muy apropiado tener sus pertenencias alli. Aunque agradeció el ofrecimiento.

Es aquí donde entra “María”, una vecina de Ferrol que, tras haberse enterado del caso, contactó con un periódico gallego para llegar a la afectada. “María” le ofreció la posibilidad de contratarle el alquiler de un piso –Verónica no puede: carece de nómina o pensión– y sufragarle el importe durante un año. Verónica, agradecida, consideró que el piso era muy grande para ella y su hija. Buscan otras alternativas. “Tienen de plazo hasta el domingo, fecha en la que la joven tiene que entregar las llaves de su vivienda actual”.

“María”, que no quiere que se publique su nombre real ni el de su marido, ha declarado. “Somos un matrimonio de pensionistas que, gracias a Dios, estamos a cubierto, porque tenemos nuestro piso, y queremos arrimar el hombro a quien lo necesita. Es muy triste que la gente se quede en la calle”. La Cocina Económica y Cáritas hacen una extraordinaria labor, señala, “pero hay mucha gente sin techo que necesita de la ayuda de todos”. Resta importancia a su gesto. “Es lo que debemos hacer, porque todos necesitamos encontrar un corazón amigo que te ayude a salir de los baches. Esos son los valores que hay que cultivar”.

Verónica confía en que no sea necesario prolongar la ayuda un año. Su compañero se marchó hace una semana a trabajar a Madagascar. Pronto podrá aportar dinero a la familia. Como en los viejos tiempos de silencio y emigración forzada.


Notas:
[2] ¿Y por qué nunca en España con políticos franquistas y torturadores policiales y especies racionales y no racionales afines, incluyendo, por ejemplo, médicos (juramento hipocrático no transgredido) al servicio de la Ley, el Orden, la barbarie y el sufrimiento?
[3] Fernando Savater, “Democráticamente intolerable”, El País, 23 de marzo de 2013, p. 34.
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

23 de marzo de 2013

Acampada Merida
 
 
 
 
 

CAMPAMENTO DIGNIDAD

Actividades y Movilizaciones para el fin de semana y para la cuarta semana de Marzo

Sábado, 23 de marzo. Charla-Coloquio sobre la Renta Básica en Plasencia, con la participación de Manolo Saez Bayona, de la Coordinación de Baladre. A las 19:00 horas.

Domingo, 24 de marzo. En el Campamento Dignidad de Mérida, a partir de las 12 de la mañana, actividades para los niños y niñas... de la barriada y de Mérida: recuperación de juegos populares y taller de cartelería. A las 14:30, comida popular.

Lunes, 25 de marzo: Ruta de la estafa financiera. A las 10:30 horas, entrega de escrito solicitando la paralización de todos los desahucios, públicos y privados, en la Consejería de Fomento y Vivienda (Tercer Milenio, junto al PERI). Posteriormente seguiremos la ruta contra los desahucios dirigiéndonos a Caixa Cataluña, acompañando a Gregorio.

A las 18:00 horas, Asamblea informativa contra los desahucios en Arroyo de San Serván (Casa de la Cultura).

Martes, 26 de marzo. A las 10:30 horas, Concentración para denunciar la denegación y retrasos en el pago de las Ayudas de Integración y y Emergencia Social (AISES). Será ante la puerta de la Dirección de Política Social (junto a Textil Pavo, más abajo del Parque de los Enamorados).

Por la tarde, asistencia para solidarizarnos con los trabajadores del Ayuntamiento de Mérida, en protesta por el ERE. La concentración es a las 19:00 horas.

Miércoles, 27 de marzo, rueda de prensa en el Campamento. Valoración del desarrollo de la lucha que mantenemos desde hace más de un mes, reuniones y negociación con los partidos sobre las 3 demandas del Campamento y anuncio de Manifestación.

Reunión de STOP Desahucios. A las 18:00 horas, en el Campamento.

Sabado, 30 de marzo. En Aceuchal, Asamblea informativa por la Renta Básica, el empleo público y contra los desahucios. A las 19:30 horas.

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Avanzamos otras actividades ya comprometidas sobre las que ampliaremos próximamente la información

Miércoles, 3 de abril. Charla-Coloquio con Emiliano Tapia, párroco en la Barriada de Buenos Aires (Salamanca), miembro de la Pastoral Penitenciaria. Hablará sobre Cárceles, Exclusión Social y Populismo Punitivo.

Lunes, 15 de abril. Charla-Coloquio sobre la privatización y recortes en la Sanidad Pública, a cargo de miembros de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS) de Madrid.

Sábado, 20 de abril. Charla-Coloquio con Pedro Montes, economista del Banco de España. El título de la conferencia-debate: ¿Y no sería mejor salirse del euro?

21 de marzo de 2013

El Campamento Dignidad cumple un mes

Javi, en el Periódico Diagonal

El 20 de febrero tras una protesta contra el paro y por Renta Básica frente al Servicio Extremeño Público de Empleo de Mérida, varios manifestantes se plantaron con tiendas de campaña alrededor del edificio. Ya llevan 29 días en lo que se conoce como Acampada Dignidad. Las exigencias de la acampada son tres: la Renta Básica de las Iguales, entendida como un derecho para todas las personas en paro que no reciben ninguna ayuda (unas 70.000 en Extremadura), la creación de 25.000 empleos públicos para reactivar los servicios públicos y el cese de los desahucios con carácter retroactivo.

 

El actual presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago (PP), ha rechazado reunirse con los acampados, que así se lo habían solicitado, para hablar de la situación de la comunidad. De hecho, un grupo de acampados fue expulsado sin motivo de un pleno en la Asamblea de Extremadura. Hasta el campamento se han acercado un colectivo de profesores, Extremadura Laica, cristianos de base, UJCE y colectivos de estudiantes por la educación pública, que realizaron allí la primera asamblea regional y formaron la Coordinadora Estudiantil Extre­me­ña. También se acercó el expresidente Fernández Vara, a “pedir perdón por no haber hecho nada cuando estaba en el gobierno” (textualmente) y “a ver qué le pedían los acampados”. Alguno le pidió “la disolución del PSOE y menos hipocresía”.

 

Asambleas cada tarde

Muchos vecinos participan en las asambleas que se realizan cada tarde, en las que se tratan los asuntos internos de la acampada y las próximas acciones. También se realizan talleres y ha surgido un proyecto de instalación de una red libre, abierta y neutra en Mérida, con intención de dar cobertura de servicios básicos de internet y promover el acceso al conocimiento de las nuevas tecnologías, sumándose a la iniciativa guifi.net Abel, uno de los acampados, explica que “en la acampada se estableció desde el primer momento un grupo que se dedica a la búsqueda de economías alternativas por internet. Hemos llegado a la propuesta de establecer una red inalámbrica para los ciudadanos en Mérida saltándonos directamente el monopolio de las operadoras, porque la infraestructura de la red pertenece a todos los usuarios y la estamos pagando con los impuestos”. En cuanto mejore el tiempo, las acampadas quieren hacer un ciclo de proyecciones al aire libre y un concierto. También están grabando su documental sobre el campamento y quieren crear un comedor social en el barrio.

 

Apoyo mutuo

A nivel local, la Acampada Dignidad ha abierto diversos frentes. Dos días después de que comenzara, se creó una plataforma ciudadana para evitar desahucios, con motivo de una charla de la PAH de Badajoz. Así, a finales de febrero se paró el primer desalojo de una familia hipotecada. Hasta entonces, el BBVA se había negado a negociar con el cliente. A la semana siguiente los integrantes de la acampada llevaron a cabo una “ruta de la estafa inmobiliaria” –en la ciudad hay cerca de 5.000 pisos vacíos– y fueron a varios bancos para negociar distintos casos.

Otro de los conflictos en los que se trabaja busca solucionar la situación de más de 600 familias a las que Aqualia, gestora del suministro municipal, les ha cortado el agua. La ONU estipula que el coste del agua no puede superar el 3% de los ingresos del hogar, por ser un derecho básico, pero el Ayuntamiento se niega a implantar una tarifa social. La falta de agua ha llegado a causar enfermedades a una mujer y a varios niños por la situación de insalubridad. Por eso, desde la acampada se prepara una denuncia para presentar a Sanidad. Uno de los acampados reclama a la concejalía de Bienestar Social y Aguas “que los 11 euros que pago por mantenimiento –que no sé quién se queda, porque la red de agua ya está instalada– vayan a un fondo para esa gente que no puede pagar el agua, y que no se los quede la empresa”.

“Ya que el gobierno no está en disposición de ayudarnos, nosotros nos tendremos que ayudar a nosotros mismos” nos dice uno de los acampados, José Jiménez Lorente. “Soy pensionista. Entre lo que tengo que pasarle a mis hijos y lo que tengo que pagar en asuntos de bancos, me quedan 70 u 80 euros al mes. Me estoy encargando de hacer la comida para la acampada, porque yo trabajaba de cocinero”. Álvaro Rodríguez, estudiante, cuenta que “en cuanto me enteré de la acampada me vine. Veo un montón de gente que converge, se descubren, se conoce, inicia proyectos... están saliendo muchos proyectos de gente que se está conociendo aquí”, resume. Diego Felicísimo, estudiante de bachillerato, que también se ha unido a la acampada cree que “en estos tiempos en los que estás siendo continuamente bombardeado por noticias en las que te cuentan los trapicheos de los bancos, de los políticos… tú sientes impotencia. Pero el hecho de estar en esta acampada, hablando con la gente, haciendo cosas, soluciona esa sensación de impotencia”.

 

8.000 parados en una ciudad de 57.000 habitantes

En 2012 comenzó la recogida de firmas para una Iniciativa Legislativa Popular a nivel regional para reclamar la Renta Básica de inserción social (de unos 600 euros). Se recogieron 27.000 firmas en formularios oficiales (el equivalente a 1,2 millones de firmas a nivel estatal). El gobierno extremeño pedía 45.000 así que ni estudiaron la propuesta. Después de esto, PSOE e IU se comprometieron a reducir a 10.000 y 2.000 (respectivamente) el número de firmas necesarias. A fecha de hoy parecen haberse olvidado.
En Extremadura el paro supera el 31% en el caso de hombres y el 37% en el caso de mujeres, y en Mérida, ciudad que no llega a 60.000 habitantes, hay 8.000 parados entre los cuales más de la mitad no reciben prestación alguna. Hay un 38% de la población por debajo del índice de la pobreza. A la semana de empezar la acampada en Mérida, el ejemplo se extendió a Plasencia (norte de Extremadura) donde un grupo de personas acampó en la calle primero y finalmente en la Catedral por los mismos motivos. Al cierre de esta edición ambas acampadas siguen en pie.

El Facebook del Campamento Dignidad en Mérida:

    

Y aquí se pueden lee

16 de marzo de 2013

Campamento Dignidad: Próximas actividades y movilizaciones


  • Hoy sábado, 16 de marzo, a las 18:00 horas nos visitan los compañeros de Madroñera, movilizados contra el cierre del Consultorio Médico. Agradecemos mucho esta muestra de solidaridad de un pueblo que está demostrando generosidad y tesón en la lucha por el derecho a la salud. Su lucha es también nuestra lucha.

  • Mañana domingo, 17 de marzo, a partir de las 12:30, actividades para los niños y niñas de Mérida (juegos, cuentacuentos...).

  • Lunes, 18 de marzo, a las 11 de la mañana desde el Campamento sale la Ruta de la Estafa Financiera. Acompañamos a Diego y Pedro a los bancos que quieren echarles de sus casas (Bankia y Banco Popular, respectivamente).

    A las 18:00 horas participamos en la reunión de la Cumbre Social que debate posibles actuaciones de solidaridad con el Campamento.

  • Martes, 19 de marzo, a las 20 horas apoyamos la huelga de los trabajadores del Diario Hoy, en lucha contra el ERE de la empresa. Frente a la Presidencia de la Junta.

  • Miercóles, 20 de marzo desde las 18:00 celebramos el primer mes del CAMPAMENTO DIGNIDAD (comenzamos el 20 de febrero). En las próximas días os confirmaremos la programación del acto, que incluirá actuaciones musicales y cena popular. Invitamos a todo el pueblo de Mérida a participar.

  • Jueves, 21 de marzo, a las 10:30 horas, acompañamos a las Oficinas de Aqualia a personas afectadas por los cortes de agua para presentar reclamaciones y exigencia de solución.
    A las 19:00 horas, tras la Asamblea, charla-debate sobre la Privatización de la Sanidad, a cargo de los compañeros de CAS-Extremadura.

  • Viernes, 22 de marzo: tendremos con nosotras a las compañeras de La Corrala Utopía, de Sevilla. Como sabéis es una lucha pionera y ejemplar por el derecho a la vivienda y contra la especulación inmobiliaria. A las 17:30 horas, reunión con los compañeros de Stop Desahucios y posteriormente intervención en la asamblea del Campamento.

  • Sábado, 23 de marzo, a las 10:30 de la mañana, el Frente Cívico de Extremadura convoca en el Campamento Dignidad en solidaridad con nuestras luchas para debatir, entre otros temas, acciones de apoyo.


15 de marzo de 2013

Ahora y en el futuro (Belén Gopegui)



...Como una música interna la columna entrevista avanza en nuestro pecho y nos conduce al movimiento siguiente.

Desde Cibeles vimos acercarse la columna de Sol, la luz atravesaba pancartas y velaba los cuerpos, todo era inminencia. Pisamos el asfalto que es nuestro, las distintas columnas confluyeron en Neptuno desbordándolo, hubo fotografías, orgullo. Luego, el regreso dejaba personas detenidas e inquietud, nos habíamos ido y las demandas permanecían, seguía la deuda intacta, no habíamos arrebatado siquiera un fuerte aun cuando fuera intermitente y movedizo, nada de lo privatizado nos había sido devuelto. Sin embargo, como una música interna la columna entrevista avanza en nuestro pecho y nos conduce al movimiento siguiente.

Hay quien habla de diversificar “en grupos pequeños y transversales, con riesgos asumidos y controlados, que busquen impacto comunicativo”; quien apunta al 14 de abril y comenta que la palabra columna remite a las columnas milicianas, “un conglomerado de pequeñas unidades, fuerzas y servicios, donde todos los escalones están en el primer nivel”; quien propone “la creación y extensión de colectivos locales, suficientemente coordinados, capaces de pasar a la ofensiva y bloquear la ejecución de los planes de privatización”; quien recuerda que la estrategia requiere a veces cautela para sorprender.



A lo que podría ser fácil y libre le han puesto un precio; no bastarán denuncias y solicitudes, la explotación diaria se ampara en cárcel, daño, tierra quemada. Y mientras, poco a poco, advertimos que la suma de voluntades dispersas nos hace menos débiles, y la palabra unidad deja de darnos miedo, reaparece, como siempre ha sido en cada una de las luchas, el conflicto entre el ahora y el futuro. Construir ahora espacios, redes, experiencias, medios distintos, que se guían por lógicas nuevas y al hacerlo se entrenan, nos entrenan, pero que han de vivir acorralados. O luchar por un futuro donde esas lógicas nuevas sean lo existente. O borrar la disyuntiva pues lo necesitamos todo.

Luchamos tanto por las capacidades que ahora ejercemos a trancas y barrancas, a la contra, intentando, aprendiendo, parando golpes, como por las que no podemos desarrollar ahora. Y es bueno imaginarlas, por lo que ahora no podemos ser y sí seremos el día que la presión sea levantada, desatemos brazos y tanto puto dolor evitable, tanta fatiga a causa de lo absurdo, sucumban bajo la intensidad de nuestra vida en pie.

7 de marzo de 2013

Expulsan del Parlamento a l@s compañer@s del Campamento Dignidad

Una decena de personas, la mayoría de ellas miembros del denominado 'Campamento Dignidad' de Mérida por la renta básica, ha sido expulsados de la Asamblea de Extremadura por interrumpir la sesión plenaria al grito de "¡Sí se puede!".

El incidente se ha producido al terminar su intervención la diputada socialista Ascensión Godoy, que ha preguntado al Gobierno regional por si piensa dar respuesta a las demandas de los parados de las acampadas de Mérida y Plasencia.


El presidente del Parlamento, Fernando Manzano, ha mandado a ujieres de la cámara que desalojaran a las personas que han protagonizado el problema, que también han exhibido pancartas y entre las que estaba la edil de IU en Cáceres y líder del sector crítico de la coalición, Margarita González-Jubete.

Manzano ha lamentado el incidente y que haya sido "amparado" por la edil de un ayuntamiento, en referencia a González-Jubete. Esta alusión ha molestado al diputado de IU Víctor Casco, que desde su escaño ha manifestado que esas palabras eran una "indecencia". El presidente del Parlamento le ha negado la palabra a Casco y le ha señalado dos advertencias. El diputado ha estado unos minutos de pie en señal de protesta.

Antes de la interrupción, Godoy ha reclamado que se agilice la renta básica con fondos suficientes, empleo público y que se cumpla el acuerdo parlamentario de paralizar los desahucios, en referencia a las tres reivindicaciones de los acampados.

El consejero de Administración Pública, Pedro Tomás Nevado-Batalla, ha retomado el grito de los manifestantes y ha asegurado que "sí se puede" poner la renta básica, como está haciendo el PP y no hizo el PSOE. A estas palabras ha respondido con aplausos y en pie toda la bancada popular. Nevado-Batalla ha recalcado que el PP apuesta por hechos y no por las palabras y, así, por ejemplo, ha destinado más de 33 millones de euros a los parados de larga duración y ha establecido la suspensión del alquiler de las viviendas sociales durante dos años.El consejero ha resaltado que la lucha contra el déficit es necesaria para crear riqueza y empleo, y ha pedido a los acampados que reflexionen sobre algunos datos

Entre ellos, que con una quinta parte de los 300 millones de intereses de la deuda que tiene que pagar Extremadura en 2013 se podría ampliar a 60 millones de euros la renta básica. También ha invitado a los acampados a recorrer "la ruta del derroche" y vean donde se ha "enterrado" eldinero.

6 de marzo de 2013

Acampada Dignidad: Por la piel (Jesús Gómez Gutiérrez)

    Hay palabras sin volumen:
    Dignidad, por ejemplo, tan difusa
    tan imprecisa
    que sólo tiene fondo desde la piel.
    Y por la piel se merece,
    por sus corpúsculos forzados
    a sentir más frío
    más calor
    más tacto que nunca en todas las cosas,
    al raso.

    La dignidad es un campamento de la piel,
    extrema y dura frente a lo extremo y duro:
    Aquí estoy, se planta
    soy
    siento
    tú sabrás si también sabes y sientes
    el hielo que nos toca,
    el fuego que nos quema,
    la mano que reclama.
    Y por la rebelión se merece.


    Madrid, marzo.


2 de marzo de 2013

Martes 5 de Marzo: Concentraciones contra el paro y por la Renta Básica



Leña, mantas y fiambres en las puertas del Sexpe

 
 
Imágenes de la acampada esta mañana.|BRÍGIDO

Llega una furgoneta blanca junto al Sexpe de Nueva Ciudad, en Mérida. Bajan un hombre y una chica. Empiezan a descargar madera. A pocos metros está un coche de Cáritas. A los dos vehículos les mueve el mismo objetivo. Cada uno a su manera vienen a echar una mano a la veintena de personas que, desde el miércoles por la noche, duermen en la calle, en modestas tiendas de campaña. Se llama el Campamento Dignidad, una manifestación de indignación ciudadana que se mueve por un ideario bastante definido: contra la corrupción y los desahucios y en favor de la renta básica y del empleo público para aliviar las deplorables condiciones de vida que viven decenas de personas. En Mérida, por ejemplo, a cerca de 660 familias de viviendas sociales se les ha cortado ya el agua por impagos a la Junta. "Si no tenemos ni para comer como vamos a tener para pagar la luz o el agua", resume Ana Naranjo, de 54 años, separada. Vive en El Prado, con un hijo de 24 años y un hermano de 41. Desde el miércoles, Ana, que viste un riguroso traje negro, dice que no se irá del campamento hasta que "lleguen los sobres" para aliviar la situación de sus familias. Lo de los sobres, claro, lo dice, en referencia a Luis Bárcenas, extesorero y exsenador del PP. "Hasta que no aprueben la renta básica no nos movemos", añade Toñi Martín, de 29 años y con cuatro hijos. Ni ella ni su marido tienen empleo y en dos ocasiones han podido frenar la orden de desalojo de su vivienda social que está dictada. 

Los niños no se quedan a dormir en la calle pero por la mañana están allí. Irache, por ejemplo, tiene 17 meses y está junto a su madre Lorena, de 22 años. La niña tiene hambre y su madre decide amamantarla debajo de la tienda más grande que aparece como improvisada 'oficina' de la acampada. Allí recogen firmas de la ciudadanía a favor de sus peticiones. Allí comen los alimentos que la gente y algunas ONGs les traen. Allí se sientan y se calientan junto a un bidón que algún alma caritativa anónima les trajo, junto a madera, el sábado por la noche, justo cuando ha empezado a arreciar el frío. "La gente se está portando fenomenal. Les pediría, si pueden, que traigan más alimentos. No solo para los que estamos aquí sino para las familias que no tienen nada que comer y que están en sus pisos", señala Ana Naranjo. Fiambre, embutido, pastas, conservas, leche, galletas…la despensa de la acampada se concentra en una tienda justo enfrente de las escaleras del Sexpe. Un poco más apartada está la tienda que sirve de intendencia, básicamente para albergar mantas. Las personas que acampan se quedan a dormir en otras diez tiendas. Se intentan aislar del frío con cartones, sacos de dormir, colchones pequeños, mantas y abrigos. "Nuestra vocación es la de la permanencia. Estamos aquí para quedarnos", agrega Jonathan Moriche, un dombenitense que trabajaba hasta hace unos meses en una empresa de diseño gráfico. Ahora, como todos los que viven aquí, están en paro. Moriche explica que el Campamento Dignidad ya ha recibido apoyos desde Nueva York, Bruselas o Barcelona. Gente del movimiento 15-M de Madrid se han acercado a Mérida y el jueves son ellos los que van a la capital de España. a la librería Traficantes de Sueños, para dar a conocer su reivindicación. "Cansa que estemos aquí, claro, pero eso no es nada en comparación con la miseria que está viviendo mucha gente que ve como otros en esta sociedad se están forrando de forma obscena. Lo de la renta básica es casi nada, pero sería un alivio. Y todavía algunos están jugando con eso y nos quieren regatear la cantidad", concluye Marisa Prudencio.

La Iglesia respaldará de forma indefinida la protesta de los parados

«Hay medios en la Junta, si de verdad se ha bajado el déficit, para dar una respuesta a tanta necesidad», dice el párroco de La Data


Fue una de las muchas personas, conocidas y no conocidas, que ayer visitaron a los parados que el miércoles por la noche iniciaron las protestas en Plasencia para exigir que se ponga fin a la difícil situación que atraviesan miles de personas en la ciudad. Felipe García, párroco de Santa María de La Esperanza, garantizó con absoluta claridad el apoyo de la Iglesia a la acampada de la dignidad.

«Es una reivindicación justa y lícita y, por tanto, como no puede ser de otro modo, la Iglesia la respalda y la respaldará de forma indefinida». El párroco de La Data quiso poner de manifiesto la complicada situación por la que atraviesan las familias placentinas. «Solo en nuestra parroquia es la ayuda que reciben de la Iglesia por la solidaridad de los vecinos por la que pueden comer 31 familias desde hace ya nueve meses». También por la solidaridad de los vecinos, esta parroquia y la de del polígono de La Data prestan asesoramiento jurídico y psicológico a muchas de las familias que atraviesan esta situación. «Porque ya hemos tenido cuatro casos de intento de suicidio».

Por eso este párroco asegura que la Iglesia tiene que estar con los parados, en sus protestas hasta el final. «Porque hay necesidad y porque la Junta tiene medios para paliarla si de verdad, como dicen, ha logrado reducir el déficit». «La gente necesita ingresos para poder vivir y esta protesta persigue este fin, lucha por la dignidad de las personas».
 
Cáritas Diocesana entregó ayer los alimentos para que algunos de los concentrados pudieran comer. Como lo hicieron otras muchas personas anónimas. «Porque lo cierto es que cada día se suman más personas, nos apoyan y muestran su solidaridad», garantizaron algunos de los concentrados. Pocos según muchos de ellos porque son cerca de 6.000 las personas que están sin empleo en la ciudad del Jerte. Confían en ser muchos más según vayan pasando las jornadas. Reiteran que esta protesta es indefinida. Hasta conseguir que la renta básica no sea inferior a los 600 euros, que haya un plan que cree empleo y se paralicen de forma indefinida los desahucios. 

Son sus reivindicaciones y se las entregarán al alcalde, Fernando Pizarro. El primer edil se comprometió ayer con ellos a trasladarlas a todas las administraciones en el transcurso de la visita que realizó a la concentración a primera hora de la mañana. Como también lo hizo el obispo, Amadeo Rodríguez Magro. Y las numerosas personas que pasaron durante toda la jornada.

Los concentrados comienzan a sentir el apoyo de los placentinos y han empezado a organizarse en diferentes comisiones para hacer menos duro el día a día y aguantar hasta lograr una salida para un presente muy negro para muchos.

Mérida y Plasencia acampan en apoyo a los desempleados


Varias personas conversan en la acampada de Mérida.

El pasado 20 de febrero, un treintena de personas decidió acampar frente a la oficina de empleo de Mérida con tres reivindicaciones principales: un plan de renta básica universal, la exigencia de 25.000 empleos públicos y la paralización de todos los desahucios a familias desempleadas. Más de una semana después, permanecen allí, pese a que estos han sido los días más fríos del invierno, en lo que muchos simpatizantes llaman ya la Acampada de la Dignidad.

Precisamente por las bajas temperaturas, otro grupo, de alrededor de 60 desempleados, ha ocupado en Plasencia la catedral con el objetivo de pernoctar allí. “Ayer intentamos pasar la noche en una plaza, pero la policía nos expulsó, así que este jueves hemos decidido en asamblea irnos a la catedral, que, dicen, es la casa de todos”, explica Manuel Rodríguez, integrante de la acampada en Plasencia.

Y es que la iniciativa se está extendiendo no sólo a nivel local, sino también autonómico. “Estamos muy contentos porque la iniciativa está funcionando muy bien, muchos vecinos se acercan a traernos mantas, comida y a darnos su apoyo”, asegura Manuel Cañada, uno de los integrantes de la acampada de Mérida y portavoz de la Plataforma por la Renta Básica en Extremadura. En otras localidades, están preparando ya futuras acampadas.

“Hemos convertido la reivindicación de la renta básica en un instrumento de lucha, que permite juntar a los viejos pobres, es decir, a los habitantes de barriadas machacadas históricamente, con los nuevos, que son los jóvenes precarios”, explica Cañada. “Por eso nosotros, que somos parados, hemos acampado frente a la oficina de empleo. No luchamos por los parados, luchamos con ellos”, defiende. De momento, agentes sociales como CCOO, IU o la plataforma Stop Desahucios ya han mostrado su apoyo.

Una oficina de empleo alternativa

En Extremadura, la crisis siempre aprieta un poco más. El paro, que en el país se sitúa en torno al 26%, en la región llega al 34%. Un 27% de los niños vive bajo el umbral de pobreza en España, mientras que en Extremadura la cifra ronda el 40%. Por eso, los integrantes de esta protesta consideran tan importante la integración de las luchas.

“Desde las asambleas de la acampada se están poniendo en marcha acciones y nuevas iniciativas, como movilizaciones para evitar los cortes de agua a algunas familias u otra frente al banco BBVA para apoyar a una familia desahuciada”, explica Cañada. La semana ha dado para mucho. “La Acampada de la Dignidad en Mérida se ha convertido en una oficina permanente alternativa al INEM y está sirviendo además para aglutinar movimientos muy diversos”, añade.

Para los acampados, es muy importante “superar el corporativismo”. “Tender puentes con iniciativas como esta nos parece una de las claves, que los colectivos y las mareas se mezclen y pierdan su rémora corporativa”, apunta Cañada.

Un hueco en la catedral de Plasencia

Al norte de Extremadura, decenas de desempleados han decidido pasar la noche en la Catedral de Plasencia, tras el intento fallido de acampar en una plaza de la localidad. “Cuando hemos entrado nos han intentado echar, pero finalmente, como éramos muchos, han tenido que aceptar, y nos han concedido un anexo del edificio bajo la condición de que respetemos el lugar”, explica Rodríguez.

Este desempleado de un pueblo de la comarca placentina asegura que la gente está perdiendo la esperanza ante la crisis. “Ha habido algunos que han llegado a amenazar con quemarse a lo bonzo. La cifra de desempleo es inhumana y la gente deja de ver soluciones”, añade. Los acampados en la catedral adelantan que permanecerán allí de forma indefinida y que celebrarán actos reivindicativos en la calle diariamente.
 

Una acampada por un nuevo paradigma (Samuel)

Miembros de la Plataforma por la Renta Básica de Extremadura llevan varios días acampados, pese al frío, frente a una oficina del Servicio Extremeño Público de Empleo en Mérida, junto con miembros de otros colectivos y personas en paro. En el manifiesto que difundieron reclaman la implantación de una renta básica, empleo público y el fin de los desahucios, ante la calamitosa situación social que padece la región. Los acampados han adoptado el nombre de Campamento Dignidaden una lucha que converge con otras iniciativas como la dación en pago. Recientemente, se unieron compañeros de Plasencia.  
 
La decisión de acampar se produjo después de que en enero la mesa del Parlamento extremeño rechazara tramitar, por razones procedimentales, una Iniciativa Legislativa Popular a favor de la implantación gradual de la Renta Básica como derecho individual, universal e incondicional. Aunque la acampada reclama también la creación de empleo público y el fin de los desahucios, la renta básica constituye una propuesta que la distingue de otras iniciativas. La ILP recogió en las oficinas de empleo 26.386 firmas. Desde que se planteó hasta su rechazo final el número de desempleados en Extremadura pasó de 130.000 a unas 152.000 personas, más de un tercio de las cuales carecen de cualquier tipo de cobertura. Mientras el Parlamento renunciaba a tramitar la ILP, el consejero de Salud y Política Social del Gobierno de Extremadura, Luis Alfonso Hernández Carrón (PP), presentó un proyecto de Ley de Renta Básica, según la propuesta realizada por Izquierda Unida. La diferencia fundamental entre el acuerdo pergeñado entre PP e IU y la ILP está en que aquél "pretende que haya una integración y una recuperación" de las personas "en situación de emergencia social". 

Lo que el gobierno extremeño del PP propone, con el beneplácito de IU, no es sino una reformulación de las existentes Ayudas para la Integración en Situaciones de emergencia social (AISES), cuya percepción ya "se vincula a la realización de actividades de inserción social y/o laboral por parte de los perceptores de las mismas". Es decir, ambas están condicionadas a que los pobres busquen activamente su inserción en el precarizado mercado laboral. Una condicionalidad típicamente neoliberal que introduce la culpa como mecanismo de disciplinamiento y subjetivación. Si no consigues un empleo digno, es porque no te has esforzado o formado lo suficiente, por lo que no mereces recibir ese mínimo ingreso vital. 

La universalidad e incondicionalidad de la renta básica molesta a quienes consideran que la dignidad humana debe supeditarse a la relación salarial -esencialmente desigual-, ya se sitúen a izquierda o a derecha. Ignacio Fernández Toxo lo expresó de manera muy clara hace unos días en el X Congreso Confederal de Comisiones Obreras: “el nuevo paradigma no es el emprendimiento. Sigue siendo el trabajo, el trabajo asalariado”, aunque este sea más servil. Solo se reconoce como productivos a quienes acceden a un empleo (o a los que "crean" empleos), olvidando toda la actividad humana no reconocida –o mal reconocida- por la figura del trabajo asalariado, en el que se basa la representación sindical y patronal tradicional. Pero esto no es nada nuevo, constituye el paradigma del capitalismo industrial, no el del capitalismo de las últimas décadas.  

Con su acción, la plataforma arremete por tanto contra los últimos vestigios de este pensamiento único de la izquierda institucional, que con el lema “no hay salvación fuera de la relación salarial” está contribuyendo en la práctica a la consolidación de sistemas de workfare, donde las prestaciones sociales se asemejan a deudas que hay que devolver con trabajo. Olvidan que el salario que percibe la mayoría normalmente representa, más que nunca, una fracción mínima de la riqueza productiva colectivamente, y que los trabajadores precarizados han tenido que complementar sus sueldos con transferencias sociales –condicionadas a la valorización del capital- o rentas inmobiliario-financieras. Los recortes a las primeras y el hundimiento de las segundas está produciendo una generación de trabajadores empobrecidos y de desempleados abocados a la informalidad. 

Por el contrario, en las últimas décadas se abrió “la posibilidad de fundar la producción y reproducción de la humanidad  sobre algo diferente al trabajo asalariado”, como escribió Maurizio Lazzarato en defensa de un ingreso garantizado para todos hace ya diez años. Frente a las variantes asistenciales que emplean el término “renta básica”, la garantía de ingresos para todas las personas debería ser “un arma que sirva para sustraerse de la lógica de la valorización capitalista, para afirmar la independencia y la autonomía de las multitudes, y una condición de éxodo constituyente con respecto al espacio estatal”. No es que una renta básica por sí sola vaya a conseguir todo esto, pero su progresiva implantación determinaría un cambio estructural de tendencia, obligaría a repensar la fiscalidad y supondría un reconocimiento del común. 

Conforme se desintegran los sistemas de protección social, el debate sobre la renta básica parece ganar terreno poco a poco, pese al ninguneo mediático. En Cataluña una iniciativa a favor de una renta garantizada de ciudadanía -que, como escribe Daniel Raventós, es importante pero menos ambiciosa que una renta básica- se enfrenta al rechazo del Govern. Mientras, una iniciativa ciudadana europea de origen alemán, registrada el pasado mes de enero, propone que la Comisión Europea promueva una renta básica incondicional entre los Estados miembros. En este caso, sin una campaña europea desde otras plataformas y con fuerte apoyo español o francés difícilmente podrán conseguir el millón de firmas necesario (es posible apoyarles hasta enero de 2014). Sería deseable que todas estas acciones se comunicaran y convergieran.
Los acampados de Mérida pasaron de las firmas a la calle. Su dignidad nos interpela. Nuestra dignidad deberá ser la base de un nuevo paradigma.

El campamento Dignidad de Mérida: Sentarse de pie (Santiago Alba Rico)

Santiago Alba Rico

Hace ahora casi una semana varias decenas de ciudadanas y ciudadanos se detuvieron en una calle de Mérida (Extremadura) y seis días después siguen sin moverse. No se trata de una parálisis colectiva ni de un lento retrato de grupo. Aunque comen allí, no es un pic-nic. Aunque duermen allí, no es una excursión. Aunque beben allí, no es un bar. Aunque viven allí, no es una vida. Se hacen llamar Campamento Dignidad y están señalando una puerta. No es cómodo ni divertido, pero es sin embargo un gesto digno: lo que se llama una protesta. Pertenecen a la Plataforma por la Renta Básica y la puerta que señalan es la del Servicio Extremeño Público de Empleo, fachada de las políticas de empleo de la Junta de Extremadura. Exigen dignamente dignidad para los 180.000 parados extremeños; exigen -es decir- empleo público y renta básica o, lo que es lo mismo, las condiciones mínimas para que un ser humano se convierta en un ser humano. O más exactamente: en un ciudadano. 
 
Las revoluciones árabes ciñeron todas sus demandas en la palabra “karama”, “dignidad”. Es sin duda una palabra bien elegida, la cifra donde cristalizan todas esas demandas, sociales y políticas, que resumen la autodeterminación de la existencia: alimentación, vivienda, sanidad, educación, información, capacidad de decisión, libertad de movimiento, y ello con independencia de que se tenga o no un trabajo. Esas son las condiciones materiales y políticas de la dignidad humana y si no se tienen, si se nos roban, si se nos escatiman o se nos limitan, la dignidad consiste entonces en rebelarse, protestar, señalar colectivamente las puertas cerradas, las fachadas engañosas, los parlamentos vacíos. España -escribía hace poco- es cada vez más “una dictadura árabe”. Los compañeros de Mérida, con su gesto digno en pos de la dignidad, forman parte de esa marea anti-dictatorial cuyo oleaje baña ya otros continentes posibles. Han acampado en la lucha y beben, comen y duermen en la plaza común. E incluso se sientan de pie. 

Un abrazo y toda mi solidaridad desde Túnez.
                       

#AcampadaMérida: la dignidad como nombre (Pablo Bustinduy)


campamento-dignidad

Cada uno detenta la capacidad de todos
Jacques Rancière

Hace dos días la Plataforma Extremeña por la Renta Básica decidió acampar junto con vecinos, personas en paro y gentes de otros colectivos frente a la oficina de empleo en Mérida. El primer manifiesto de la acampada dibuja en pocas palabras la situación de emergencia social que vive la región, donde el 40% de los habitantes roza el umbral de la pobreza. Son cifras que van más allá de las cifras, que hablan de un hundimiento mucho más profundo, de algo que no se puede medir. Todo gobierno es siempre algo más que una administración de las cosas y las personas: es también un orden de sentidos y explicaciones, y en Extremadura, como en tantos otros lugares, ese orden ha dejado de regir. Eso es lo que las cifras no pueden medir: cómo las cosas se están quedando sin palabras con que nombrarlas, porque sus significados no expresan lo que se vive en una realidad insostenible y desquiciada.

Ante semejante catástrofe social, la acampada ha fijado un programa de tres puntos esenciales: renta básica, empleo público, suspensión inmediata de los desahucios. Es un programa inteligente, que tiene la virtud de federar fuerzas distintas en una misma lucha y en un mismo relato, y de esquivar así los dos extremos simétricos del silencio rabioso y el grito desesperado que no alcanza a decir nada. Eso se escucha en el discurso de la acampada: una voluntad de llamar a las cosas por su nombre, por un nombre que es común a varios combates, a situaciones y energías distintas, con el fin de podérselas reapropiar. Ya no vale con gritar que lo que se nos dice es mentira: es hora de poner la verdad a trabajar.

Esa es la virtud de lo que se está haciendo en Mérida, como un anticipo del esfuerzo que hoy, 23F, resuena a lo largo y ancho del Estado. El primer manifiesto afirma la voluntad de ofrecerse como punto de encuentro para los movimientos y las mareas en defensa de los derechos sociales. Ese punto de encuentro, ese lugar común hace exactamente lo que dice: le da cuerpo a una afirmación que se hace a varias voces, las reúne y amplía en una capacidad y una lucha colectivas que prolongan y refuerzan la de cada uno. A ese lugar de todos, ese lugar de cualquiera, en Mérida se le ha dado el nombre de Campamento Dignidad.
En 1486, el filósofo Pico della Mirandola escribió una oda a la libertad llamada Discurso sobre la dignidad del hombre. La dignidad es lo que nos distingue de las bestias, y consiste en la “admirable suerte del hombre al cual le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera”. Desde el momento en que nacemos con esa suerte, explica Pico, nuestro deber principal es cuidar de ella: “que no se diga de nosotros que, siendo en grado tan alto, no nos hemos dado cuenta de habernos vuelto semejantes a los brutos”. Sí nos hemos dado cuenta. En Mérida, la dignidad es el nombre común para afirmar nuestra suerte ante este gobierno de la desgracia: la de juntar todas las capacidades, las fuerzas y las razones, para oponer a la barbarie un deseo rotundo de libertad.

Ilustración de Ramón Rodríguez
Publicado en kaosenlared el -23-02–13
Publicado en el Periódico Diagonal el 28-02-13

Acampada Mérida: Los irreductibles, los indispensables (Juan Domingo Sánchez Estop)

A veces, las cosas importantes no pasan en el centro de esos monstruos que son los Estados modernos. En esas estructuras políticas, la capital tiene un papel central, pues es en el doble sentido de la palabra, el escenario principal de la representación. Política representativa y espectáculo se dan cita en ese espacio que asume el papel de centro. Sin embargo, la vida, la vida de las personas, va por otros cauces ajenos al espectáculo y a la representación. A muchas personas la vida hoy les duele, les falta la vivienda, los ingresos que permiten una vida digna, la libertad. Ese dolor no se ve en las grandes representaciones de la capital, pero es mucho más perceptible en espacios pequeños: en los barrios o en las regiones periféricas de las que apenas habla la televisión.

En Extremadura, ese dolor social y personal, ese dolor también moral, es muy intenso. Los indicadores de desempleo, pobreza, pobreza infantil, exclusión, son alarmantes. Se encuentran entre los más altos, no ya de España, sino de Europa, superando a los de Grecia o Rumanía. La región, en sí no es de las más pobres, pero sí de las más desiguales, de las más injustas, y ello desde hace mucho tiempo ya. En la memoria de todos están las escenas de Las Hurdes filmadas por Buñuel, en la de algunos menos, las de las ocupaciones de tierras por los campesinos desposeidos en los años 30. También está en la memoria colectiva la brutal venganza de clase ejecutada por Yagüe y sus huestes contra los campesinos extremeños llamados "moros del Norte" por las tropas del ejército de África y sus sanguinarios oficiales. Esos moros del norte fueron tratados como los moros del sur, con la brutalidad que exhiben los señoritos ante quienes desprecian y temen, con la brutalidad de un ejército colonial interno. Los pueblos de Extremadura se convirtieron en cábilas rifeñas exterminadas con saña.

Hay en Extremadura mucha memoria, porque en Extremadura la miseria y la represión, la desigualdad que insulta a la dignidad no son solo pasado. Las muertes del presente, los sufrimientos de ese pasado que no se acaba, son hoy obra de mecanismos fríos por los que se expulsa a las personas de sus viviendas, se las priva de medios de vida quitándoles sus puestos de trabajo y liquidando otras fuentes de ingresos. En ese marco, la Dignidad viene ya levantando cabeza desde hace algunos años, con organizaciones como la Plataforma por la Renta Básica. Los compañeros de la Plataforma han iniciado, lejos del centro del Estado, ajenos a la mirada de la prensa y la televisión del régimen, una acampada en las puertas del Servicio Extremeño de Empleo. La acampada reivindica sobre todo dos cosas: empleo digno y renta básica. Se trata, de un modo o de otro, de obtener los ingresos necesarios para vivir con dignidad. Por medio del trabajo, o si no, por medio de un ingreso garantizado independiente del trabajo. No es una reivindicación extravagante sino indispensable, si no se quiere que capas enteras de la población sucumban a la desesperación, caigan en la muerte civil. De ahí el nombre del campamento "Dignidad" que es la otra cara de la indignación ante un régimen inhumano de saqueo.

Un abrazo a todos los acampados: sois los irreductibles, los indispensables.
              

La dignidad y el acampar: Mérida por la renta básica (Raimundo Viejo)

               

En este no parar de acciones que hoy anegan mi infoesfera, me llega la noticia de la valiente acampada de Mérida. Me cuentan que le han puesto de nombre Campamento Dignidad y una vez más tengo que volver a pensar la importancia de este concepto tan poco reflexionado y, sin embargo, cada vez más recurrido en las movilizaciones. 

Apela dignidad a un límite primero, al momento en que se ha tocado hueso en el cuerpo social. Esto es lo que sucede y motiva, intuyo, el recurso del Campamento Dignidad al repertorio que movilizó hace ahora casi dos años, a cuantxs vivimos en este Estado de nombre Reino de España. La dignidad reaparece cuando aflora el hueso, cuando volvemos a hablar de una precariedad que rompe la propaganda que miente al decir que en este país no se pasa hambre, que no hay niños perdiendo escolarización o que no estamos en caída libre a los peores años del Franquismo.  

Acampar es plantarse, decidir ofrecer una resistencia total, una resistencia a vida o muerte. Y es que en esta terrible estafa mal llamada crisis hemos visto al mando desvestirse y mostrarnos las fuentes de su poder. Por eso es especialmente valioso que la iniciativa del Campamento Dignidad haya sabido leer la coyuntura política a través de la renda básica. 

No es ya, en efecto, hora de huelgas por la mejora del salario, la reorientación de la política económica o por el empleo de calidad. Las hemos hecho y las hemos agotado como un repertorio de acción colectiva eficaz. No es ese el terreno donde se gana en la sociedad de hoy. No es ahí donde se comprende la impresentable subalternidad voluntaria de IU, no ya de su habitual padrino, el PSOE, sino del PP de los sobres. 

El terreno en que hoy se lucha -ese mismo del Campamento Dignidad, pero también de la PAH, de las luchas por la sanidad y la educación, etc.- ha pasado a ser otro completamente diferente al de la esfera laboral. Ahora toca defender la vida frente a la muerte que instituye el mando. Una muerte que no será la de la guerra abierta (la cleptocracia es un gobierno de cobardes, de ladrones, de miserables que solo saben operar de espaldas a la gente), sino la de la guerra larvada que conmina al suicidio, que mata por pasiva, por defecto; pues tal es la naturaleza del poder que hoy nos gobierna.

Es llegados aquí, donde todo debe empezar de nuevo, donde debemos mirar no al enemigo que mata desde fuera, sino al que hemos interiorizado durante las tres últimas décadas y ahora nos conmina a morir desde dentro. Es preciso, como enseñaron los estoicos que nos evoca esta milenaria Emerita Augusta, volver hacia el interior, buscar en uno la libertad de los antiguos, la libertad inalienable que se instancia en ese momento siempre anterior: la dignidad. Y desde ahí, no solo decir ya basta, sino empezar todo de nuevo. Volver al santo decir sí, nietzschiano que hoy es, claro como nunca, el "Sí, se puede"que clama la multitud.