Gastos militares vs. gastos sociales
Un 12’5% de los presupuestos generales del Estado, uno de cada ocho euros, se destina a sostener el gasto militar. Nada menos que 23.000 millones de euros, casi 400 euros por habitante al año, se dedican a comprar armas para el ejército, así como a mantener bases militares desde las que los ejércitos de la OTAN puedan llevar la guerra a otros países; para proteger intereses políticos y económicos occidentales y a subvencionar las enormes pérdidas de las empresas armamentísticas. Mientras sus propietarios se enriquecen vendiendo armas y blindando nuestras fronteras para “protegernos” de inmigrantes que, en muchos casos, vienen de países empobrecidos por las guerras y la compra de armas. El gasto mundial militar de 6 días financiaría el déficit anual de educación básica en el mundo.
Recortes sociales, reformas laborales o de las pensiones son medios que los estados e instituciones económicas utilizan para que sacrifiquemos nuestro bienestar con la finalidad de reducir el gasto público, salvar a los bancos y “reactivar la economía”. Sin embargo, para el militarismo no hay recortes: decrecen los recursos de las políticas sociales, mientras que el gasto militar y policial se incrementa.
La investigación y la industria militar también acaparan ingentes recursos. Los contratos de armas vigentes rondan los 30.000 millones de euros, lo que casi quintuplica los 6.045 millones que pretenden recortarse de la inversión pública entre 2010 y 2011. Por lo tanto, el gasto militar es, realmente, uno de los generadores de la deuda pública que tanto se dice combatir.
Fuente: Extracto del manifiesto firmado por diversos colectivos de Salamanca. ASDECODA, CGT, Escuelas Campesinas de Salamanca, STE Salamanca, Ecologistas en Acción, FEVESA, Ateneo Libertario…
J. Agustín Franco Martínez
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