25 de julio de 2011

Marchas a Madrid


El movimiento de los "indignados" vuelve a coger cuerpo en la emblemática plaza madrileña de la Puerta del Sol Madrid, donde ayer domingo llegaron más manifestantes, integrados en varias marchas procedentes de diferente puntos de España.

Tras una tregua de dos meses los "indignados" de todo el país volvieron así a tomar la céntrica plaza madrileña, que ya se convirtió en un símbolo del Movimiento 15-M desde que arrancaron las movilizaciones contra el Gobierno español, espoleadas por la crisis económica, que afecta sobre todo a los jóvenes.

SUR. "Tenemos que ir despacio porque vamos muy lejos"

 Mañana se cumplirá un mes desde que 15 valientes decidieron hacer realidad la Ruta Sur de la marcha popular. Era la noche de San Juan cuando Alejandro Valcárcel y otros indignados resolvieron coger carretera y manta. Ayer llegaron a San Martín de la Vega (Madrid) con más de 600 kilómetros a sus espaldas y 180 caminantes en sus filas.
"Si hemos llegado hasta Madrid, podemos llegar a cualquier sitio", expone Alejandro, que no quiere resignarse a volver a casa sin más. Después de tantos días andando, los caminantes se han vuelto más resistentes. "Hice un tiempo de coche escoba y al principio solíamos coger a seis o siete personas. En los últimos días ya no recogemos a nadie", observa.

Empezar el día con buen pie es esencial, por eso los indignados han organizado un despertador en cadena. "Hay que despertar al otro con mucha suavidad y mucho cariño, a todo el mundo", relata Andrés, de Almagro.

A las cinco de la mañana empieza el día de los indignados. Primero se levantan los encargados de cocina, que van preparando el desayuno de los demás. Luego llega la hora de caminar. Para Gregorio Herrero, de 71 años, la etapa más dura fue la de Despeñaperros. "Fue la más difícil y la más grata. Tuvimos la mayor cantidad de bocinazos. Incluso algunos se acercaron para mostrarnos su solidaridad y regalarnos su sonrisa", comenta satisfecho.

"Hemos sembrado 15-M"

Gregorio, el más veterano de los caminantes, espera que Madrid les reciba con cariño. "Esperamos que el pueblo se vuelque para darnos besos, abrazos y toda su alegría", declara con optimismo. Pero no viaja solo, a su lado camina su pareja desde hace 32 años, Feliciana Mora, que comparte su entusiasmo y su vitalidad. "Soy activista desde los años setenta. Con el tiempo, manifestarse se convirtió en algo muy minoritario y eso me entristeció", confiesa. "Ahora, al ver que los jóvenes se han puesto en pie, es el momento de apoyarles hasta las últimas consecuencias", explica.

Raúl Herrero, obrero minero metalúrgico, ve en el Movimiento 15-M un auténtico despertar. "Muchos jóvenes están tomando conciencia política y espero que trabajen para cambiar la sociedad", dice.

Gregorio, desde su experiencia, cree que el movimiento no debe convertirse en un partido político. "Tiene que seguir desde la calle. Hemos sembrado toda España de 15-M. La marcha ha servido para la cohesión interna de todo el movimiento", opina convencido. "Vamos despacio porque vamos muy lejos", sentencia.
 

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