21 de junio de 2011

El pańico de los empresarios

 

Ricardo Rodríguez 

Trabajo en una administración de la Agencia Tributaria desde hace casi 20 años. La realidad que me vengo encontrando de un tiempo a esta parte de manera cotidiana al cumplir mi tarea -como imagino que le sucede a otros muchos empleados de oficinas públicas con competencias similares a la mía- es la de jóvenes que ganan menos de 600 euros al mes y hacen jornadas de más de 12 horas diarias en centros comerciales; comisionistas de grandes compañías de energía cogidos a prueba durante un mes o dos a los que la empresa no paga ni los contratos que cierran porque no alcanzan un mínimo (es decir, que trabajan gratis, como en los buenos tiempos de la esclavitud); camareros sin relación laboral ni derecho social que valga obligados a darse de alta como “profesionales de hostelería” en vulneración salvaje del Estatuto de los Trabajadores; administrativos de empresas de transporte también sin contrato laboral y forzados a darse de alta como autónomos (se les llama “coordinadores de logística”, expresión muy fina que esconde falta de derechos y, por supuesto, despido gratuito).

Estos y otros abusos son los que dominan la realidad laboral del país. ¿De qué demonios sienten “pánico” entonces los empresarios al contratar, según aseguran el presidente de la patronal y el gobernador del Banco de España? ¿Qué pretenden? ¿Qué se restituya la esclavitud ya de forma abierta y se pueda azotar a los trabajadores desobedientes, pagándoles estrictamente la comida que consuman?

¿O es que empiezan a sentir “pánico” por si los trabajadores acaban hartándose de verdad y deciden que ha llegado el momento de que todo reviente, antes que dejarse matar de hambre?

Pues igual por esto sí que deberían preocuparse, porque todo el mundo tiene un límite, incluidos los esclavos.

Carta remitida a diferentes periódicos para su publicación.
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