La industria extremeña se desmorona
El número de afectados por expedientes crece un 128% en este primer trimestre respecto al de 2011
Fuente: Celestino Vinagre (Diario Hoy)
Hace dos semanas, en Burguillos del Cerro, en la comarca
de Zafra, unas 700 personas se agolparon en la Casa de la Cultura. No lo
hicieron para disfrutar de una película o de una conferencia. Tampoco
para paladear una actuación musical. Allí, en un pueblo de algo menos de
3.300 vecinos, el asunto no está para fiestas. A 66 familias la
angustia les atenaza desde 2009, cuando Granitos de Badajoz (Grabasa),
puso en marcha un expediente de regulación de empleo (ERE). Primero fue
extintivo. Salieron cerca de una treintena de personas. Después vino uno
temporal, prorrogado hace poco, que afecta a 66 trabajadores.
Viendo la botella medio llena, el caso de Grabasa, en
concurso de acreedores desde agosto, es el de una industria relevante
con actividad, clientes nacionales y extranjeros y que da de comer a
muchas bocas. Empresa y trabajadores han cerrado un plan de viabilidad y
han llamado a las puertas de la sociedad pública Avante para recibir
una inyección tope de 2,2 millones y entrar en su repartido
accionariado. En dos meses, tras una auditoría externa, la Junta
responderá.
La visión negativa que ejemplifica esta empresa del
granito, que fue una de las cinco más importantes de España, es la
tendencia del mercado laboral, que se ha recrudecido en este primer
trimestre de 2012. Cada vez se destruye más empleo y el que se mantiene o
lo hace mediante la suspensión temporal de contratos o la reducción de
jornada.
En las tres modalidades, en todo caso, la estadística se
ha disparado en este inicio de año comparándolo con el anterior. La
depresión económica, lejos de remitir, sigue dejando damnificados. Y
eso, para una comunidad como la nuestra con un pulso industrial tan
débil, es un drama al cuadrado. «Nuestra lucha es mantener viva la
empresa y los puestos de trabajo, que son los que mantienen vivo a este
pueblo y a la comarca», resume José Manuel Olmedo, presidente del comité
de empresa de Grabasa. Sus trabajadores repartieron el viernes 1.700
octavillas por la localidad dando las gracias a los vecinos por el apoyo
dado y a la predisposición de la Administración regional a echar una
mano.
Muchos más casos
En Grabasa aún hay esperanza, pero existen numerosos
ejemplos recientes en los que la historia se cuenta de otra manera.
Fundiciones Zafra cerró a principios de mes y dejó en la calle a 93
personas. En esta semana, la constructora Exconsa Miajadas, que en el
momento de mayor actividad llegó a tener a 300 trabajadores en nómina,
ha finiquitado, mediante un acuerdo con la plantilla, los 77
trabajadores que quedaban. La sociedad está en concurso de acreedores y
se encamina hacia su disolución.
En la antiguamente poderosa Joca, también en concurso de
acreedores con una deuda reconocida de 111,7 millones de euros, se
produjo hace unos meses un ERE extintivo sobre 93 empleados, a los que
se suman otros en Saconsa y otras empresas del grupo Katry. Y el emblema
industrial de Extremadura, el Grupo Gallardo, ha venido ejecutando
expedientes de regulación de empleo que han provocado la salida de cerca
de 300 empleados en los últimos dos años.
En el sector agroindustrial, clave para Extremadura,
también han aparecido los ERE, como el de la tabaquera Cetarsa, que se
ha llevado por delante a 120 empleos, de ellos 76 en su planta de Coria.
Hace dos semanas, en Burguillos del Cerro, en la comarca
de Zafra, unas 700 personas se agolparon en la Casa de la Cultura. No lo
hicieron para disfrutar de una película o de una conferencia. Tampoco
para paladear una actuación musical. Allí, en un pueblo de algo menos de
3.300 vecinos, el asunto no está para fiestas. A 66 familias la
angustia les atenaza desde 2009, cuando Granitos de Badajoz (Grabasa),
puso en marcha un expediente de regulación de empleo (ERE). Primero fue
extintivo. Salieron cerca de una treintena de personas. Después vino uno
temporal, prorrogado hace poco, que afecta a 66 trabajadores.
Viendo la botella medio llena, el caso de Grabasa, en
concurso de acreedores desde agosto, es el de una industria relevante
con actividad, clientes nacionales y extranjeros y que da de comer a
muchas bocas. Empresa y trabajadores han cerrado un plan de viabilidad y
han llamado a las puertas de la sociedad pública Avante para recibir
una inyección tope de 2,2 millones y entrar en su repartido
accionariado. En dos meses, tras una auditoría externa, la Junta
responderá.
La visión negativa que ejemplifica esta empresa del
granito, que fue una de las cinco más importantes de España, es la
tendencia del mercado laboral, que se ha recrudecido en este primer
trimestre de 2012. Cada vez se destruye más empleo y el que se mantiene o
lo hace mediante la suspensión temporal de contratos o la reducción de
jornada.
En las tres modalidades, en todo caso, la estadística se
ha disparado en este inicio de año comparándolo con el anterior. La
depresión económica, lejos de remitir, sigue dejando damnificados. Y
eso, para una comunidad como la nuestra con un pulso industrial tan
débil, es un drama al cuadrado. «Nuestra lucha es mantener viva la
empresa y los puestos de trabajo, que son los que mantienen vivo a este
pueblo y a la comarca», resume José Manuel Olmedo, presidente del comité
de empresa de Grabasa. Sus trabajadores repartieron el viernes 1.700
octavillas por la localidad dando las gracias a los vecinos por el apoyo
dado y a la predisposición de la Administración regional a echar una
mano.
Muchos más casos
En Grabasa aún hay esperanza, pero existen numerosos
ejemplos recientes en los que la historia se cuenta de otra manera.
Fundiciones Zafra cerró a principios de mes y dejó en la calle a 93
personas. En esta semana, la constructora Exconsa Miajadas, que en el
momento de mayor actividad llegó a tener a 300 trabajadores en nómina,
ha finiquitado, mediante un acuerdo con la plantilla, los 77
trabajadores que quedaban. La sociedad está en concurso de acreedores y
se encamina hacia su disolución.
En la antiguamente poderosa Joca, también en concurso de
acreedores con una deuda reconocida de 111,7 millones de euros, se
produjo hace unos meses un ERE extintivo sobre 93 empleados, a los que
se suman otros en Saconsa y otras empresas del grupo Katry. Y el emblema
industrial de Extremadura, el Grupo Gallardo, ha venido ejecutando
expedientes de regulación de empleo que han provocado la salida de cerca
de 300 empleados en los últimos dos años.
En el sector agroindustrial, clave para Extremadura,
también han aparecido los ERE, como el de la tabaquera Cetarsa, que se
ha llevado por delante a 120 empleos, de ellos 76 en su planta de Coria.
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